Al contrario que en novelas como las de Las Crónicas de Narnia, en las que se trata un universo alternativo, o El Señor de los Anillos, donde la «Tierra Media» se trata de un pasado ficticio, el mundo mágico de las novelas de Harry Potter es un universo paralelo al nuestro y contiene diversos elementos mágicos análogos a cosas del mundo no mágico o muggle. Este universo mágico tiene una organización política para cada Estado; en el caso del Reino Unido, donde se desarrolla la mayor parte de la acción, la máxima institución es el Ministerio de Magia. Existe un «Estatuto Internacional del Secreto» que obliga a todos los magos y brujas del mundo a mantener en secreto la existencia del mundo mágico de los muggles.

La capacidad de hacer magia, según las novelas, es innata más que aprendida, aunque los jóvenes magos deben asistir a escuelas con el fin de dominarla y controlarla. Esta capacidad es totalmente hereditaria, aunque existan magos hijos de muggles (o «sangre sucia» de forma despectiva) pues estos siempre debieron tener un ascendente mago; también es posible que existan hijos de magos sin alguna capacidad mágica. A estos últimos se los llama «squibs». Los magos tienen un desarrollado sistema social, con su propia moneda, sanidad y una compleja red de transportes y comunicaciones.

Dentro del mundo mágico, coexisten con los magos otras criaturas que también son mantenidas en secreto y fuera de contacto con los muggles. Entre ellas se encuentran dragones, fantasmas, unicornios, sirenas, centauros y otras inventadas o adaptadas por la autora como los dementores o los elfos domésticos.






La enorme popularidad de los libros y películas de Harry Potter llevó a las autoridades de la estación de Kings Cross a colocar un cartel que señala el Andén 9¾, lugar que según la trama de Harry Potter funciona como portal entre el mundo mágico y el muggle.